Descripción
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Una terapia experimental le permite a Ana emprender un apasionante viaje por un mundo maravilloso, con destino a los jardines de la casa del origen.
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La utopía ha sido una de las nociones centrales del rock como contracultura y sigue siendo un motor en la vida de Miguel Cantilo. Y si utopía significa otro lugar, en esta novela su protagonista, Ana, emprende un viaje desde este lado del mundo hacia el «mundo del revés de la trama»: o sea, hacia una realidad doble («una contraparte») que es otro lado. Cuenta con la ayuda de Joaquín, una especie de terapeuta experimental que se presenta como «fascinador» y que, a pesar de tener una alta cuota de pragmatismo, sabe conducir al trance a sus pacientes. El mundo al que viaja Ana es algo así como «Alicia en el país de su conciencia», pero a diferencia de la Alicia de Carroll, que pasa al otro lado del espejo y recién vuelve al final de su aventura, ella entra y sale, al ritmo de los «viajes oníricos» que induce Joaquín.
La novela se estructura así en una serie de peripecias, con escalas en lugares como el barrio del Fin del Mundo, donde «no puede comenzar nada, más bien todo termina» o la ciudad de Réplica, la «ciudad de las ciudades», que es «una réplica múltiple de todas las ciudades de la Tierra, como una ciudad promedio». El talento de Miguel para las imágenes o las analogías reaparece aquí y allá: demuestra ser un novelista lleno de imaginación, capaz de inventar escenarios donde se pasea un unicornio y viven raros duendes o de inventar personajes como el viejo Russell, quien gobierna «un mundo subterráneo» y fabrica un perfume con «Esencia de mujer transpirada».
«Jamás entenderé la mística. Es una pérdida de tiempo, y además aburridísima», protesta algo fastidiado un personaje al inicio de este libro. Pero el viaje de Ana es cualquier cosa menos una pérdida de tiempo.
Del prólogo de EDUARDO BERTI
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